Estar en un país diferente siempre produce memorias y experiencias que nunca vas a olvidar. Pero, también hay aspectos tan
raros que pueden hacer la vida un poco difícil hasta que te acostumbres a esta
nueva manera de vivir.
Para mí, este aspecto en la República
Dominicana es el tratamiento de las mujeres en la calle, y el silbido que
acompaña. En los Estados Unidos, es común que los hombres digan algo en la
calle por las noches cuando regreso de los bares, pero solo actúo como si no
los oigo. Pero aquí es diferente. Los hombres hacen sonidos como animales, y
tienen conversaciones con sus amigos de qué les gusta sobre tu cuerpo. Muchas
veces me siento avergonzada, porque me llaman “negra,” que ya sé que es un
término de cariño, pero no me gusta ni un poco. Hablan tan fuerte que todos los
demás los pueden oír y siento como si fuera un programa de televisión que todos
están mirando.
Algunas veces los hombres en moto gritan
cosas cuando pasan por la calle. Esto es más fácil ignorar, porque sólo pasan
por como 3 segundos. Es un fenómeno interesante porque muchas veces cuando los
hombres hicieron los sonidos de “hiss-hiss” no llevaba ni una gota de
maquillaje, mi pelo estaba tirado por mi cabeza y mi ojo estaba hinchado.
Entonces no me voy a mentir: aunque realmente odio la antención por la calle,
es un impulso a mi ego porque sé que alguien piensa que parezco linda. Ya sé
que ellos realmente no creen que somos lindas cuando gritan y que gritan a
cualquier vagabunda que pase, pero es algo psicológico.
A pesar de todo eso, todavía estoy
agradecido que gritar y hacer sonidos de animal por la mayor parte no está
aceptado en los Estados Unidos. Entonces va a ser refrescante cuando regreso a
casa.
Un tigre dormido en su selva personal